En nombre de todos sus compañeros/as Don José Luis González y Don Francisco Onieva le dedicaron las siguientes palabras:
Estimado profesorado. Queridos maestros y maestras.
Estamos aquí con Bárbara -también con su marido Claudio, que para ello cotizan en régimen de gananciales- a fin de rendirles homenaje y festejar su inminente y merecida jubilación.
Para algunos sujetos e instituciones la persona a la que agasajamos es simplemente un número, el 30 041 608, y una letra, la C. En cambio, para todos nosotros Bárbara es muchísimo más.
Antes de proyectar la película vamos a rendir tributo a la Historia y visionar un capítulo lejano del NODO; si echamos una mirada a sus contenidos comprobaremos que el 8 de diciembre de 1948 se produjeron diversas efemérides dignas de recordar…
Ese día en Mallorca tuvo lugar el asalto a mano armada a la finca agrícola de Puig Moltó que derivó en la muerte de Miquel Nicolau Balaguer y conmovió a la isla balear entera.
En Egipto, el gobierno decidió declarar fuera de la ley al agresivo grupo de los Hermanos Musulmanes.
Y otros hermanos, los Hermanos Mc Donald abrieron ese mismo día un negocio de venta de hamburguesas en los EE.UU., negocio al que auguraban un futuro más que incierto.
Fueron acontecimientos que sin duda conservan aún cierto interés y hasta quizá su pequeña importancia. Pero no les quepa duda -pueden jurarlo ante cualquier tribunal- que la noticia más trascendental de esa jornada fue el nacimiento en la población jiennense de Jabalquinto de una preciosa niña que recibió el nombre de Bárbara y los apellidos Jiménez y Jurado.
Esa niña creció, estudió con mucho esfuerzo e ilusión, dirigió su vocación al magisterio y, ya en edad de merecer, se propuso formar una familia en compañía de Claudio al que conoció en Córdoba, en las inmediaciones del actual Pizzaiolo, “el placer de la dieta mediterránea”, perdonen la publicidad.
Quienes en los últimos años hayan contemplado a Bárbara plácidamente acomodada en el puesto profesional, en su pueblo de adopción, junto a la familia, compañeros y amistades de siempre, podrán pensar que ha tenido una vida profesional fácil y sin obstáculos, pero harían bien en presuponer también un peregrinaje inicial por aldeas y escuelas unitarias perdidas de la mano de Dios, deprimidas y deprimentes, con dotaciones materiales escasas y ridículas, situaciones a las que Bárbara supo enfrentarse con una ilusión y un entusiasmo propios de quien comienza. Con sólo esas armas –los que trabajamos en esta profesión lo sabemos- es posible superar casi todos los obstáculos.
Y es que, concluidos los estudios de Magisterio, los primeros destinos -provisionales o estables- de la flamante maestra nacional al parecer no tenían demasiada demanda por parte de sus colegas: barriadas de la capital provincial, como el periurbano parque Figueroa, y lugares ignotos de la Subbética a los que entonces era tan difícil acceder como a las fuentes del Nilo en tiempos de Stanley y Livingstone. ¿Acaso en Los Pedroches -si exceptuamos a doña Bárbara y, por supuesto, a don Pedro Cerezo- conoce alguien que existe en la provincia de Córdoba un lugar llamado Las Sileras, aldea pedánea de la sin par Almedinilla? Pues hasta allí viajó la novel maestra con tan sólo 19 años y al ver el edificio destinado a escuela no se le cayeron los palos del sombrajo por la sencilla razón de que ni siquiera los tenía. Con más valor que vergüenza consiguió de la máxima autoridad del lugar -vamos a llamarla así- los pertrechos necesarios para arreglar y acondicionar con un mínimo de decoro la escuela, y hasta encaló el edificio, todo ello con la inestimable ayuda de quienes iban a ser sus alumnos y de los madres de las criaturas. ¡Qué tiempos!
También tuvo en aquellos años iniciales la oportunidad de enfrentarse a las pesquisas de los entonces familiares de la Santa Inspección, cuya sola mención llenaba de espanto al maestro más curtido, especialmente cuando entraban en liza miembros como la Flores de Quiñones, célebre por disponer de los colmillos más retorcidos del cuerpo, aunque en las distancias cortas no era tan fiera como la pintaban y sí en cambio una excelente profesional. Bárbara puede dar fe de ello.
Al igual que a los demás maestros aquí presentes, a Bárbara le costó mucho tener que renunciar a su colegio para desplazarse, como consecuencia de un nuevo cambio en el sistema educativo, al IES Antonio María Calero, donde, para suerte nuestra, lleva acompañándonos once cursos ya, desde septiembre de 1998. Si a la etapa en Pozoblanco sumamos los años correspondientes a los primeros destinos, resultan casi cuatro décadas de dedicación y esfuerzo en pro de los demás desde que inició su trayectoria como maestra un 10 de septiembre de 1971.
No hay duda que Bárbara ha consagrado su vida a la enseñanza y eso es merecedor del mayor respeto. El mero hecho de dedicar toda una dilatada trayectoria vital a una profesión, cualquiera que sea, ya es algo digno de encomio, pero si además esta ocupación es la de maestra, la admiración se acrecienta. ¡Qué hermosa palabra la de maestra! Maestra es la que deja huella y Bárbara la ha dejado bien profunda en centenares de alumnos y compañeros…
Resulta obvio que el tiempo no se detiene y no debe detenerse. Anclarse en el pasado es sinónimo de estancamiento y de falta de progreso; pero quienes creemos tanto o más en la educación que en la enseñanza echamos de menos algunas cosas que se han quedado por el camino en la vertiginosa evolución que ha sufrido la actividad docente. La enseñanza actual permite contar con mucha más información, más tecnología y con cuantiosos recursos materiales. Pero educar no consiste sólo en transmitir conocimientos, es sembrar valores de responsabilidad, de honradez, de respeto y de esfuerzo. Bárbara siempre ha tenido presente este objetivo cada vez que se introducía en un aula, cada que vez que participaba en cualquier actividad, en toda ocasión que se le ha presentado.
Estamos seguros que Bárbara se encontrará ahora mismo pasando una situación difícil, un lance paradójico: por una lado estará cayendo en la cuenta, con profundo sentimiento, de lo que significa renunciar definitivamente a la actividad y vocación diaria, a la razón de ser de gran parte de su existencia, al abandono de personas adultas, compañeros, y de adolescentes que han sido su apoyo y su brújula excesivo tiempo y han venido acaparando la mayor parte de su horario y sus preocupaciones.
Pero por otro lado, Bárbara ha de sentirse ahora plenamente realizada y justificada con esta jubilación que se anuncia inminente, jubilosa y dispuesta a aprovechar el merecido descanso después de tantas horas y tantos años en las aulas y decidida a convertir su futuro en una etapa de sosiego y de mayor libertad para poder dedicarse a la familia, incluida la pequeña Sara, y a diversas actividades que el trabajo diario le ha impedido disfrutar hasta el momento con la intensidad deseada.
Queremos resaltarte, Bárbara, que esta numerosa e inusual presencia aquí de los que han sido hasta ahora tus compañeros, no se debe a una simple formalidad o a una mera expresión de cortesía. Tampoco a que estemos especialmente hambrientos. Es la demostración de un afecto sincero a tu persona y de una admiración profunda a lo que representas: amistad, compañerismo, confianza y sobretodo cariño. Solamente intentamos corresponder a quien, a lo largo de toda su vida profesional, ha sabido dar ejemplo de generosidad, de dedicación y de responsabilidad y nos ha enriquecido con sus conocimientos, su honestidad, sus buenos consejos y una calidad humana que ha dejado huella.
Bárbara, tu aportación a la enseñanza y a este Instituto en particular ha sido enorme y por ello podríamos proseguir tanto tiempo como deseáramos contando cosas de tu trayectoria y de tu trabajo a fin de describir una vida consagrada a los demás y que ha constituido un fecundo magisterio. Pero ya es tiempo de concluir.
Sólo nos queda felicitarte una vez más por todos estos años dedicados a la formación de generaciones de chavales que, no tengas la más mínima duda, constituyen la mejor cosecha que día a día has sembrado y la sociedad podrá recoger agradecida.
Treinta y ocho años dedicados a la escuela son toda una vida. Puedes estar satisfecha con el excelente trabajo desarrollado en todos los ámbitos del magisterio. Sea público nuestro reconocimiento, nuestro cariño y nuestro deseo de que en adelante todo te vaya bien. Enhorabuena, doña Bárbara. Felicidades, don Claudio.
Pozoblanco, lunes 22 de junio de 2009
enhorabuena¡
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